Los bancos normalmente no conceden más del 80% del valor de la vivienda en préstamos hipotecarios por una razón sencilla: quieren minimizar el riesgo de perder dinero si algo sale mal, como que el cliente no pueda pagar la hipoteca. Si te prestan solo el 80%, saben que en caso de que no puedas pagar y tengan que vender la casa, probablemente puedan recuperar la mayor parte del dinero que te prestaron, ya que la vivienda sigue teniendo valor.
El 80% se calcula sobre el valor de tasación de la vivienda, no sobre el precio de compra acordado entre el comprador y el vendedor. La tasación es una valoración oficial que hace un tasador para determinar cuánto vale realmente la casa en el mercado. El valor de la tasación puede ser igual, mayor o menor que el precio de compra que acordaste con el vendedor, pero el banco tomará como referencia ese valor tasado para decidir cuánto te presta.
Al pedirte que pongas el 20% restante como entrada, el banco se asegura de que tienes un interés financiero en la propiedad y de que no asume todo el riesgo. Esto también te ayuda a ti, ya que reduce la cantidad que necesitas pedir prestada y, por tanto, los intereses que acabarás pagando a largo plazo y una cuota mensual inferior.
En algunos casos, los bancos en tu ciudad pueden conceder más del 80% del valor de la vivienda en hipotecas, pero esto depende de ciertas condiciones especiales. Uno de los motivos más comunes es cuando se trata de la compra de una primera vivienda para jóvenes. En estos casos, algunos bancos, bien por su propia política o por fomento de instituciones públicas, pueden ofrecer hasta el 90% o incluso el 95% de financiación, ya que entienden que los jóvenes suelen tener menos ahorros pero estabilidad laboral.
Otra situación en la que los bancos pueden financiar más del 80% es cuando hay avalistas o garantías adicionales, como otra propiedad o el respaldo de un familiar, lo que reduce el riesgo para el banco. Normalmente se procede a estas medidas cuando el comprador no tiene suficientes ahorros para hacer frente al 20% de la vivienda más el 10% que suelen suponer, normalmente, los gastos de la compra.
Aunque en casos excepcionales la financiación puede llegar al 100%, esto implica condiciones más estrictas y tipos de interés más altos. Es importante tener en cuenta que, aunque una mayor financiación pueda parecer atractiva, significa asumir más deuda, por lo que siempre es recomendable evaluar bien tu capacidad de pago.